lunes, 8 de agosto de 2011

¿Freelance mercenario?

He visto desde hace varios años que se proponen para el debate en foros, blogs, portales y otros recursos web temas relacionados con el trabajador Freelance bajo una “entonación” muy particular, del tipo: ¿es el trabajador freelance un mercenario? ¿es el trabajador autónomo un sicario gráfico? ¿representa el freelance un problema para el negocio de la publicidad?.

Para entrar en contexto y dar algunos argumentos básicos para el debate, es importante sentar las bases del tema, partiendo por una definición.

¿Qué es un freelance?

Se denomina trabajador freelance o freelancer (o trabajador autónomo, cuentapropia e independiente) a la persona cuya actividad consiste en realizar trabajos propios de su ocupación, oficio o profesión, de forma autónoma, para terceros que requieren sus servicios para tareas determinadas, que generalmente le abonan su retribución no en función del tiempo empleado sino del resultado obtenido, sin que las dos partes contraigan obligación de continuar la relación más allá del encargo realizado. Fuente: Wikipedia

Este modelo de autoempleo tiene tanta fuerza en la actualidad, en gran parte gracias a Internet. La Red ha ofrecido al freelance la posibilidad de trabajar desde el lugar en el que se encuentre y acceder a clientes en ciudades y países distantes. De la misma forma, el aumento en el uso de outsourcing o tercerización de actividades por parte de las empresas ha “mejorado” el panorama para este tipo de trabajadores.

Uno de mis grandes amigos es un freelance metódico y experto en hacer negocios desde su posición. Su vida se reparte entre varias ciudades de Estados Unidos, Europa y Colombia. Entendió perfectamente el papel como trabajador independiente. Su maletín tiene todo lo necesario para abordar el día a día de una forma absolutamente profesional: un pc portátil de high performance dotado con el software requerido y 2 baterías de repuesto, todos los cacharros USB que pueden existir como lámparas, ventilador, refregerador, adaptadores, entre muchos otros (“la lámpara la uso mucho en los vuelos internacionales para trabajar sin incomodar a la persona que viaja a mi lado), impresora/scanner, cámara de fotografía y de video, un videobeam que parece una caja para almacenar CDS, insumos como papel, labels, cds, marcadores, lapiceros, audífonos, cables de todos los tipos, etc, etc (la lista sigue). Está en capacidad de poner sus propuestas económicas durante la misma reunión donde se hace el acercamiento comercial, tiene clientes en Colombia, España y Estados Unidos. El soporte legal de sus actividades es sólido y claro. Camilo es una persona que lleva la oficina sobre los hombros.

Mercenarios

Si nos remontamos a la etimología de la palabra, ésta deriva del término medieval ingles free-lance o lanza independiente, usado para describir a un mercenario, ésto es, a un “caballero sin ideología definida que no servía a ningún señor en particular y cuyos servicios podían ser alquilados por cualquiera”. Fuente: Wikipedia.
Desde éste punto de vista, el freelance es un mercenario. ¿Está bien empleado el término para describir a un profesional con las características antes descritas? Queda a su criterio.

Pero no es la óptica o prisma con el cual deseo ver al individuo. A lo que me refiero es a un “sentir” que se expresa en el ámbito laboral y que desde hace algunos años ronda los recursos generadores de debate en Internet y fuera de la Red y que en muchas ocasiones ha llegado a permear de forma directa el actuar comercial del creativo poniéndolo en aprietos. Esto quiere decir, el “rumor”, “murmullo”, “opinión o creencia particular o generalizada”, “etiquetamiento” (si fuera válido el término) hacia una especie de trabajador que se sale de un modelo o esquema standard, o mejor, un modelo aprobado y probado en el tiempo.

Desgarrando la vestimenta

“El freelance no paga impuestos”, “el freelance es la prostituta del trabajo creativo, se vende al mejor postor”, “el freelance no tiene un equipo que lo respalde”, “el freelance es un trabajador fantasma, puede desaparecer en cualquier momento”, “el freelance es incapaz de fidelizar clientes, inicia con mucho entusiasmo y luego los deja tirados”, “el freelance por no perder una oportunidad le dice SI a todo y luego no es capaz de cumplir”, “el feelance es un trabajador informal, no genera compromiso ni se proyecta con el cliente”, “el freelance se tira el mercado, se vende por cualquier centavo”. Estos y muchos otros son argumentos que se esgrimen en los distintos recursos tanto físicos como online para demeritar el trabajo del freelancer o trabajador autónomo.

El debate

Hasta cierta edad, el trabajador nuestro, el trabajador colombiano tiene “alma de empleado perpetuo” (espero no herir suceptibilidades). Los nuevos trabajadores, los trabajadores de las nuevas “camadas” o generaciones vienen con otro chip, con una arrogancia, irreverencia y espíritu rebelde combativo más enraizado, más marcado. El inconformismo y la permanente búsqueda de opciones, sumado a la excelente posibilidad de acceder al conocimiento, a la documentación y a la “colaboración” (sumatoria de talentos) proyecta al trabajador del futuro como un nuevo tipo de trabajador. ¿Tomará el nombre de freelance? En países no “tan” latinos, el trabajador freelancer tiene un caracter más profesional y su aceptación es casi que generalizada.

La intención del presente texto no es otra que abrir las puertas al debate entorno al papel que desempeña el trabajador freelance en el ambito de la creatividad publicitaria (el que me compete) o en cualquier otro.

Agradecimiento a - Carlos Cortés - por el artículo y la publicacion en Ventana Creativa.

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